Después de las cobardes amenazas que he recibio a través del teléfono (decían ser de la policía: "para confirmar..", "para confirmar", insistían, ante mis preguntas... ¿confirmar qué?, ¿los vídeos colgados por mi en el Face, donde se ve con claridad la brutalidad y falta de escrúpulos policial en Catalunya.?), pues después de eso, he encontrado este texto, quizá relajante, algo pretérito, de "mi" querida y antigua bodega. Deseo que os guste, y, más adelante, MÁS, Y MÁS. Es sólo un respiro.
Saludos. Y salud.
2,
mayo, 2015
Bodega
Paricio
A través de los toneles, imprevisiblemente,
veo un rostro fugaz; rostro rosado, ya anciano, cráneo clásico, honesto, rostro
visigodo.
Todos los rostros del mundo tienen su
encanto, su mística, su atemporalidad o su gloria histórica. Somos proyectos –en parte- de una futura
paleontología que está a la vuelta de la esquina mucho más de lo que pensamos.
Este rostro, cabeza clásica como ya digo,
es tal vez esa mezcla racial centroeuropea de la que seguramente procedemos la
mayoría, y que va desde el mar del norte hasta el sur del Mediterráneo. Somos
síntesis de un universo cambiante y estático a la vez.
Él, es el fundador y la imagen
visible/recordada de una parte de la ciudad asociada al ocio, a los instantes lúdicos o
moderadamente báquicos y dispersos del fin de semana, o de esas horas semanales
en el final de la mañana, ese instante cuando la tarde empieza joven, impoluta;
ese instante cuando la tarde muere y la noche comienza, también joven, limpia y
aparentemente preñada de posibilidades que casi nunca son posibles
posteriormente. La vida es, entre otras
muchas cosas, eso: un mar de posibilidades normalmente poco probables.
Él, conociendo el entorno, su entorno, ha
mirado un instante por el hueco que dejan los toneles, sus toneles (son suyos;
suyos por vividos, asimilados… Una vida casi entera, o toda una biografía, quizá sea lo que da la propiedad de lo
propio, quizá más que las mismísimas escrituras), y a través de ellos ha visto
el mundo de un domingo cualquiera. Y a través
de ellos tal vez me ha visto a mí, y yo a él, pues ambos somos el mundo –una
fracción de él-, una ínfima y consolidada parte del mundo.
El mundo, a veces, como ya es sabido, son
dos o más miradas que se cruzan y se intercambian
información sobre el mismo; miradas que se reconocen y también, en otros casos,
se rechazan. El mundo, entre millones de
cosas, situaciones y probabilidades, es un constante reconocimiento, rechazo o
aceptación de los instantes más fugaces.
Pero eso, todo eso, ya lo sabe usted –quien
sea- perfectamente. Yo, aquí, tan sólo
estoy pasando un rato.
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