Soy
un depredador visual. O eso creo.
Soy
un depredador visual que no hace ascos a casi nada (casi nada…) de lo que se
mueve. El mundo –dicen- se mueve… los
trenes, las norias, los continentes, los barcos, los aviones, viajando éstos de
un lado a otro del globo. Todo en
movimiento. Yo también he viajado muchas
veces de un extremo a otro del mundo, ¿o
fue, quizá, de un extremo a otro del Gran Puente? ¿No lo recuerdo realmente o, ni siquiera me
lo planteo mínimamente con seriedad?
Voy
por las calles, las plazas, las avenidas y, en ese insignificante y reducido
movimiento, como sabemos, está el mundo. ¿Casi todo el mundo? No:
simplemente el mundo, lo cual es muy poco o no decir casi nada, porque decir
algo más seguramente daría miedo.
Yo,
en todo caso, conocí una parte del mundo en una gran cadena montañosa, de
noche, al lado de un pequeño pueblo turístico.
Y muchas veces, <<esa gran parte del mundo>> la he
confundido o la he identificado con la totalidad del mundo, lo cual también ha
sido un error prolongado. Pero no me des
las gracias o me recrimines por decir esto. Aún así, sigo creyendo que casi
todo el mundo que he conocido y he amado está en ti.
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