NOTAS DE LA BODEGA
La
ciudad densa, también ligera a la vez. La ciudad femenina hasta las trancas,
plagada de mujeres que, históricamente, son las heroínas de la estética y la
belleza más formal y clásica que existe.
Siempre
he vuelto a la ciudad. Siempre retornaré
a ella como recurso último y emocional de unas
imágenes aprendidas (y también
aprehendidas), repetidas, que viven en ella pero que sin embargo, cuando
retornamos a la urbe después de unos breves días se nos representan como
nuevas: calles rebosantes de gentes… familias, niños, ancianos… generaciones
diversas que no te ven cuando llegas, transitas, divagas, paseas por esas
mismas calles y, nadie o casi nadie te conoce.
La
ciudad, conglomerado de avenidas, rotondas, andadores, plazas, en donde se
sufren y viven grandes pasiones y dramas anónimos que terminarán en una
violenta ruptura, en una agresión e, incluso, en un asesinato, en un
fallecimiento repentino por un infarto o en una espectacular boda.
Miradas,
enésimas miradas que no te conocen (ni conocemos) y sin embargo te miran
mecánicamente, hasta borrarte el nombre y, una vez más, la identidad. Aunque la identidad tal vez estaba borrada
desde siempre para muchos. La identidad tal vez es fluctuante, y va por
rachas. Mi racha de ahora, es no tener identidad ni desearla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario