DICIEMBRE, 2015?
(por
la mattineeee…) Inicio de la exposición en el Centro de Historias de Zaragoza, enero de 2018.
No
te compres un perro. Utilízame a mí para
tus momentos de perrerías.
Sabes que te amo más allá de la tarde.
Sabes
que hay, para empezar, más de dos mil millones de tardes y, en este
lapso-tiempo testimonial sólo nos pertenece una esquina metafórica de una tarde
desvencijada cualquiera.
Utiliza
–si así te parece- mi prosa, cualquier renglón al azar o palabra perdida de
ésta.
He
querido perder el “conocimiento”, el “sentido común” (qué bueno: ¡El sentido
común!) y todo eso que nos hace y conforma la llamada “personalidad”, y voy
ahora, por los caminos del mundo, desnortado, desbarroquizado de oropeles y
poses que no quise nunca; y por regalar, incluso he regalado los cuatro puntos
cardinales, ya que no los necesito para nada.
Y voy ahora, por todas las comarcas de la zona (que en realidad son el
símbolo del mundo)… el Bajo Aragón, los
confines del Matarraña, el Priorat o, esta urbe anónima de ochocientos mil habitantes que a
veces amo, sí, sus nocturnidades neo-literarias e incluso eternas.
Ya
saben ustedes, sí: perder el Norte y el pudor es ganar la vida, y nunca es tarde
para ganar la vida a saco, si, es decir: a lo bestia.
Llévame,
entonces, cuanto antes, a la orilla simbólica de tu falda, como perro faldero
sin dueño. Llévame a la orilla o los
márgenes de tus leotardos, tu camiseta, tu risa o tus ojos perdidos
(deliberadamente).
He
querido perder la compostura: esa que es tan preciada socialmente; bueno, ahora
es que de nuevo me troncho/parto de risa: la preciada Compostura…, tan
impostada ésta. Y la he perdido par
ganarte a ti, o a ellas, a casi todas… ay, ya casi en la periferia convencional
y al límite de los sueños.
¿Tú
me dejas soñar, todavía, o ya estoy fuera de tiempo, o, en tiempo de descuento?
He
regalado prosas, textos, lo que sea, que deberían valer lo suyo –lo que fuere- en el
Mercado periodístico-literario específico y concreto de las palabras.
Se
regalan palabras como quién regala kilos de manzanas o tomates. Pero yo, entiéndeme, es que no tengo manzanos
ni tomateras, y sólo puedo darte/daros palabras recién horneadas en esta mañana
que nace, y, en la que, curiosamente, a pesar de la niebla, sólo hay rotundas
deflagraciones de luz allá por dónde mire.
Y
lo dicho, no te compres un perro, ni tú tampoco, ni tú, Llévame esta tarde, si quieres, al
convencional crepúsculo para ladrarle de nuevo por su reiterada ausencia hasta
el día siguiente.
Y
llévame –o iré yo solo, es igual- de
nuevo por todas esas comarcas agrestes y eternas en dónde, instintivamente,
hace ya siglos, vi a todas las ninfas del mundo por vez primera.
Sé,
perfectamente, que hay surcos nocturnos del tiempo en los que todavía me
esperan, ellas, con sus voces de agua y sus gestos de Verdad.
Sé
que existen, todavía, y en cualquier rincón te aguardan, nos aguardan, si las
buscamos…
Pero
yo, ahora, en este instante, sólo quiero ir navegado en pos del rastro y el
volteo caprichoso de tu abrigo negro o de tu sombra, para ladrarte, quizá en la
noche, versos libres de amor y miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario