martes, 9 de enero de 2018

Hay en nuestra vida, a pesar de todo, mucha más belleza de la que podemos digerir, de la que podemos soportar.  Llega la noche y, quizá casi todo tiende a la horizontalidad.  Dicen que decía Freud sobre la tendencia inexorable de la materia a la horizontalidad, y tal vez acertaba.  Yo, en todo caso, en estos dos últimos años he tenido tendencia a la más drástica y escandalosa de las horizontalidades inermes varada  en cualquier playa con un pensamiento quieto.

No obstante, quiero y deseo que alguien me salve de esta horizontalidad mental a la que parezco abocado.  Llevo la horizontalidad en la cabeza.  Llevo la cabeza erguida verticalmente y, el sueño –ay-, el sueño denso y el dormir inquieto.

Nadie puede salvarse así, con tanta incertidumbre por todas partes.


Claustrillo de la cartuja de Aula Dei

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