Han caído todos los velos para cubrir
la luz de la primavera. Pero nadie se instala en la sombra simplemente porque
sí. Y nadie domina la misteriosa y
aciaga ciencia de hacer que todos los velos existenciales puedan cubrir la luz
del mundo, esa luz tan urgente que, sencillamente, se necesita para vivir.
Han caído todos los velos, venidos de
no sé dónde, para intentar cubrir la luz, ya tan intensa.
A mi no me importa, aunque la veo
distorsionada. El oftalmólogo dijo que tenía una óptima visión, pero lo cierto es que
muchos días, demasiados, no veo y voy a ciegas por las calles, y no sé de dónde
viene esta <<ceguera>> que me succiona la luz y me impide reconocer
las formas en las calles, los bulevares del mundo, las inmediatas metáforas
materializadas y, las sempiternas caderas de las muchachas más exultantes,
etcétera….
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