10, julio, 2017 ((12, mayo, 2017))
La palabra, tal vez se resiente con
los días nublados. O no. Quién sabe…
Tenemos -¿permanentemente?- la palabra para expresarnos. Tenemos el silencio. Tenemos el dolor, dolor
de cualquier tipo, dolor metafísico, físico, tonto...
Tenemos, además, los días claros,
esos días claros y vacíos en los que no existimos, en los que no estamos en
ningún lugar.
Los días claros… Denme dos o tres días claros, por favor,
aunque sea para nada. Dos días claros,
infinitos y parados en mitad del mundo, y si no, o además también, si puede ser,
medio kilo de sueños a granel, sin seleccionar, para mirarlos en la luz de la
tarde de esos días sin historia.
Sin historia y sin aliento. Bueno, o
mejor que sean dos kilos, sí, esos del rincón que parecen recién cogidos y
todavía frescos, como una lechuga matinal.
Aveiro (P.)
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