Se dice, o dicen, que hay
gente que no cambia ni quiere cambiar. Naturalmente,
eso es obvio, eso es legítimo, eso es normal; eso, incluso, en una trayectoria
biográfica –equivocada o no- es o sería
(debería ser) lo saludable.
¿Quién de ustedes, o de
vosotros, se negaría, por ejemplo, a contemplar un doble o triple arcoíris, sin
siquiera preguntarse del por qué de tal fenómeno luminoso- metereológico?
Nunca me apasionaron lo más
mínimo los fuegos artificiales. Sigo
prefiriendo el espectáculo natural de un arcoíris (si es doble mejor) después
de una lluvia de pre-invierno. Un arcoíris
que ilumine las pupilas y te las inunde de luz, sí, con todo lo que eso
conlleva…
Llevo luz en las pupilas.
Pupilas de azul cielo.
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