4, noviembre, 2016
No quiero ver el reverso de los
calendarios, ni los fluorescentes iluminando el fondo de las paredes
estampadas, paredes que han vivido las palabras, paredes que han vomitado, en
doliente silencio sempiterno todos los versos más tristes d este mundo, porque
todo forma parte de él, hasta lo más agónico (eso sobre todo), hasta lo más sórdido, hasta lo más
agobiantemente vulgar.
No quiero ver el envés ni el reverso de
los calendarios, calendarios manchados de blanco, manchados de rojo, manchados
de sangre inocente que no ha dejado
recuerdo y, ni siquiera un esbozo de palabras, de estrofas, de versos inocentes y mediocres flotando en
los charcos embarrados en estos días donde se fragua el otoño en toda su
drasticidad. No, no deseo ver los calendarios. En realidad no deseo ver nada,
nada, nada, absolutamente nada.
Zaragoza desde Villamayor
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