lunes, 7 de noviembre de 2016

4, noviembre,      2016

No quiero ver el reverso de los calendarios, ni los fluorescentes iluminando el fondo de las paredes estampadas, paredes que han vivido las palabras, paredes que han vomitado, en doliente silencio sempiterno todos los versos más tristes d este mundo, porque todo forma parte de él, hasta lo más agónico (eso sobre todo),  hasta lo más sórdido, hasta lo más agobiantemente vulgar.


No quiero ver el envés ni el reverso de los calendarios, calendarios manchados de blanco, manchados de rojo, manchados de  sangre inocente que no ha dejado recuerdo y, ni siquiera un esbozo de palabras, de estrofas,  de versos inocentes y mediocres flotando en los charcos embarrados en estos días donde se fragua el otoño en toda su drasticidad. No, no deseo ver los calendarios. En realidad no deseo ver nada, nada, nada, absolutamente nada.

Zaragoza desde Villamayor

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