martes, 1 de noviembre de 2016


11, octubre, 2016

Ya van unos días, semanas o tal vez un par de meses sin letras, lo cual me crea tensión.  El tiempo es inmisericorde, además de banal  (banaliza nuestros días)  cuando no lo  “aprovechamos” o, simplemente, nos faltan las fuerzas.

Y los días, esos, con todas sus secuencias intrascendentes, no retratan ni se fijan en nuestra biografía.  Nuestra biografía es, simplemente, el derecho que tenemos de los días a vivirlos, malvivirlos y/o atravesarlos con una inconsciencia de rutina que, por tal motivo, nos los hace inexistentes.

A veces, aunque sea de una manera vagamente difusa, tenemos la estremecedora consciencia del vacío, un vacío cósmico y absoluto.  Pero ese no es el cometido genérico;  al que supuestamente estamos destinados es al de creemos que surcamos con los días a lomos de una estela presumiblemente gloriosa que ensalce, sobre todo  -y así nos lo creemos- , nuestra indispensable vanidad que, por supuesto, acabará más pronto que tarde, olvidada y enterrada bajo un muro de días, tiempo y palabras que, en realidad, seguimos sin saber  qué es y/o para qué sirve…

No hay comentarios:

Publicar un comentario