11, octubre, 2016
Ya van unos días, semanas o tal vez
un par de meses sin letras, lo cual me crea tensión. El tiempo es inmisericorde, además de
banal (banaliza nuestros días) cuando no lo
“aprovechamos” o, simplemente, nos faltan las fuerzas.
Y los días, esos, con todas sus
secuencias intrascendentes, no retratan ni se fijan en nuestra biografía. Nuestra biografía es, simplemente, el derecho
que tenemos de los días a vivirlos, malvivirlos y/o atravesarlos con una
inconsciencia de rutina que, por tal motivo, nos los hace inexistentes.
A veces, aunque sea de una manera
vagamente difusa, tenemos la estremecedora consciencia del vacío, un vacío
cósmico y absoluto. Pero ese no es el
cometido genérico; al que supuestamente
estamos destinados es al de creemos que surcamos con los días a lomos de una
estela presumiblemente gloriosa que ensalce, sobre todo -y así nos lo creemos- , nuestra indispensable
vanidad que, por supuesto, acabará más pronto que tarde, olvidada y enterrada
bajo un muro de días, tiempo y palabras que, en realidad, seguimos sin
saber qué es y/o para qué sirve…
No hay comentarios:
Publicar un comentario