12, julio, 2016
Tópicos: verdades crudas y certeras
agonizando en el simplismo popular de su breve composición estructural.
El filo frío de una hoja de acero va seccionando
el verano y el cerebro. Visualizaba ese
tópico, aproximado, mientras venía hacia aquí, pero, aún así, también me
parecía muy certero.
Difícil conocer el nombre del
desierto que se atraviesa, o tal vez no se desea. Sin cantimplora ni capa para protegerse de
las tormentas de arena, nada; sin nada.
Así he pasado –y quizá traspasado- una gran parte del desierto, a cuerpo
gentil, sin precauciones, temerariamente, sí, pero en el fondo siempre surge el
miedo en algún momento, un miedo irracional y absurdo porque, lo máximo que
puede pasarte en esta travesía metafísico-literaria y absurda (así la veo yo) es
que perezcas, lentamente, de sed, de soledad o de agonía genérica y no diagnosticada. Y por supuesto: tal finitud carecerá de la
más mínima importancia y absoluta irrelevancia, pero, por un error, o una
intención social o sociológicamente muy estudiada, se le ha dado al óbito una
trascendencia de la que, en puridad, carece.

Una vez cruzado el umbral, la
barrera, la frontera… el gran muro de falsas moralidades y extemporáneos y
grotescos buenismos, que nadie me
rescate, porque en realidad, nunca llegué a extraviarme (nadie se pierde
totalmente en este ínfimo mundo que va a la deriva). Pudo ser o será una elección; elección… por
agotamiento y triste y amarga felicidad.
Uno de mis teléfonos: son todos de madera. Son... increíblemente mágicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario