miércoles, 13 de julio de 2016



12,  julio, 2016. ¿Aprovecha usted su tiempo?

Hay que aprovechar los días, el tiempo…  El tiempo es eso que dicen que se nos “ha dado” y hay que llenar, aprovechar, amortizar de forma muy aplicada como si fuera una lección de historia de la infancia.

El tiempo (nuestro tiempo) no tiene guión previo, y quienes sólo vemos en él una abstracción redundantemente abstracta, accidental y azarosa, resulta que, de pronto, en esa primera lección de pedagogía deliberadamente inducida, entonces no sabemos si estamos aprovechando, amortizando o, directamente lo estamos tirando por la ventana de nuestra existencia individual.

Yo, a veces quisiera aprovechar el tiempo (para “enmendarme”) siguiendo los cánones sociales al uso, darle un significado riguroso y cierta materialidad tangible; es decir: algo que, en cierto sentido, deje algo así como una huella en mi entorno social.  Pero ese no es y nunca ha sido mi concepto emocional de aprovechar el tiempo, así que casi siempre, y una vez más, deseo perderlo dentro del más obsceno desacato a las reglas sociales, eternas y  bien pensantes.  Luego, ya por enésima vez, cuelgo la mirada en algún alto techo de un antiguo café o, salgo, con extrema urgencia, a ungirme el cuerpo desolado de tiempo y luz quebradiza, esa luz de la tarde ya en declive y despedida.

Quizá la tarde me llame, también ella, y me inste a “aprovechar” el tiempo.  Pero yo no miro a la tarde, o no lo deseo, sólo un punto de luz fugaz, un rayo verde, lo que sea; un instante que me hable de la vida y, me cuente cosas sueltas e inconexas sobre mí... o sobre usted o sobre tí.

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