EL AMABLE Y SILENCIOSO RÉGIMEN DEL TERROR. 31 de marzo, 2016
Por los desvanes del tiempo han
venido los obreros, casi todos, también algunas ninfas urbanas, pero ahora con
rastas y timbales, desorientadas, como ellos.
La ciudad (y su régimen político planetario), ciudad simplemente
genérica, se tragó sus orígenes… y hasta sus seños, y ahora, ellos y ellas
creen en una libertad que nunca
tuvieron ni probablemente van a tener jamás.
Creen que vienen de algún lugar,
pero, en realidad no vienen de ningún sitio: sin referencias orientativas (de
clases sociales, principios, ética, moralidad elemental y universal…) ni
orígenes identitarios la libertad puede ser tan falsamente grande que,
sencillamente, se convierte en una prisión, en una opresión.
Pero no importa -¿o sí?-, los días son soleados y estáticos. El pertinaz viento del valle ha desaparecido
por completo y, con él, toda mínima esperanza de movilidad física y sobre todo
mental, venal y banal… Un inmenso
desierto planetario con montañas de mercancías nos cercan, nos ahogan y nos
matan en almibarado silencio.
En el reino de la banalización más
sangrante y absoluta, ya no hay nada que objetar, nada: tenemos… “su” democracia planetaria (salvo algunos países
díscolos que serán sometidos, como siempre, a sangre y fuego por los demócratas…).
Y eso, que viva la libertad, blanca, translúcida, lánguida,
demacrada, descarnada y vacía, ilimitadamente extensa, aterradoramente huérfana
del mundo, ese que fue su casa, y hoy, es su gran desconocido: el mundo y sus
habitantes. Las grandes corporaciones
mercantiles, dueñas del planeta, no conocen a sus habitantes, de los que viven
y disponen a su antojo.
Y nosotros (adivine usted quién…), a
ganar la libertad (su libertad) y
perder la vida, sí, en cada instante banal y desacralizado, pues la vida
debería ser sagrada.
La Vida era, fue, laicamente gloriosa
y, casi obscenamente intensa, que es lo que debía de ser. Y ya nunca lo será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario