miércoles, 15 de junio de 2016



1 junio, 2016

La bodega, universo de letras y taninos, fluorescentes y paisajes por donde el tiempo a veces s cuela y me saluda con mano delgada y fría.

He transitado –una vez más- por todas las direcciones emocionales y líricas a dónde me ha llevado la imaginación de la vista; vista interior, en la que ya habitan miles de vocablos y estrofas allá dónde sea, en desordenado ritmo que ama la belleza de una elipse y, también, el dolor ciego e insondable de un amor impreciso que transita, tal vez, en la cresta del horizonte que tiembla, ríe, calla y desaparece.

Ay, los crepúsculos vividos, esos que siempre retornan, a veces para nada. Para nada.
Soy un hombre hecho de tardes y crepúsculos, de sombras de luz y vientos imprevistos.

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