16, junio, 2016
La gente, o cierta gente, se esfuerza
en hacer poesía, poesía auténtica, enérgica, con garra. Y la poesía… ay… la
poesía va por ahí, a su aire, casi obscenamente libre, sin preferencias
cartesianas ni pseudolíricas, y, de pronto, desaparece o se posa, quizá por
capricho, sobre el sombrero de un –aparentemente- frívolo ejecutivo.

Pero ya digo, no hay que forzarlas,
pues puede ocurrir que se enfaden, pues tienen memoria y tal vez son
vengativas.
Vivienda del director (detalle). Óleo sobre lienzo, 100 x 50 cm.
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