26 de mayo, 2016
Hay como un leve sopor en el cielo, que no sé si es el cielo, el mar o las
estrellas… porque me da lo mismo. (ay… me da lo mismo.)
Hay un
cansancio aparente en las nubes y un temblor callado en no sé qué sótanos del
mundo, ni en no sé qué mundo.
Hay como una
descompresión, que quizá se intuye, allá en los confines desvencijados y
anónimos de un pensamiento agotado.
Hay,
todavía, una divagación constante en el pensamiento errático de no sé qué
universo.
Hay… En realidad no hay nada, o casi nada, porque
todo es transcendente/intranscendente…
Y efímero
hasta el escándalo
fugaz hasta la locura.
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