18, abril, 2016
Cómo cuesta, cuánto volver a vivir.
Qué gran esfuerzo, sacado de no sé
dónde, el volver a asimilar las horas, ésas, en absoluta orfandad de de la
vida, de todo.
Qué largas las calles a ningún sitio.
Qué gran esfuerzo mirar al cielo para
nada.
Qué angustia íntima el ver de nuevo
asomarse la luna allá por dónde sea…
inesperada, y tener la desesperada certeza de que tras ella no hay nada,
nada se esconde, ni siquiera en los escombros de aquella lírica atronadora que
vino en tromba a mi vida.

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