lunes, 9 de mayo de 2016



18, abril, 2016

Cómo cuesta, cuánto  volver a vivir. 

Qué gran esfuerzo, sacado de no sé dónde, el volver a asimilar las horas, ésas, en absoluta orfandad de de la vida, de todo.

Qué largas las calles a ningún sitio.

Qué gran esfuerzo mirar al cielo para nada.

Qué angustia íntima el ver de nuevo asomarse  la luna allá por  dónde sea…  inesperada, y tener la desesperada certeza de que tras ella no hay nada, nada se esconde, ni siquiera en los escombros de aquella lírica atronadora que vino en tromba a mi vida.


Cómo cuesta, y qué caro resulta en esfuerzos mentales  intentar/reintentar  volver al surco recto y voluptuoso de la vida, sobre todo sin fe, sin anclajes, sin nada, para acceder, siquiera, a la sombra o estela de una falda; a la grupa que pudiera llevarnos por un minuto, a esos cielos diluidos sin nombre ni memoria.

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