viernes, 20 de mayo de 2016



11, mayo, 16

Hay una noche inquieta preñada de miedos.

Un bosque hondo temblando en el viento y un muro sagrado que guarda los besos sin tiempo que trae la noche entre ráfagas anónimas y cansancio sin fin.


Hay un mundo parado, allá, por cualquier sitio.

Hay cúmulos de vacíos concatenados y graves.


Hay una voz perdida e inaudible en el centro del bosque que nadie ha de escuchar.

Hay, en todo caso, un sendero de retorno por el que nadie te llama ni te busca, ni te conoce;  un sendero, en todo caso, para los momentos singulares, únicos, graves.

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