15, marzo
Evanescencias a ras del suelo, distorsión de la realidad
(cualquier realidad), dualidad… múltiples dualidades: escenografías,
abstractamente emocionales, metafísico-filosóficas, serpenteantes…
Evanescencias que son un dolor en el núcleo y la superficie. El dolor
está lejos de todo automatismo y es pertinaz, a veces. Siempre, el
dolor existencial, lleva una vida ascética en casi todos los sentidos,
“casi…”. El dolor interior por regla general suele tener buen gusto
y, en el caso masculino y heterosexual se duele ante el exceso de
belleza femenina que se arracima, anárquicamente, por cualquier calle
improvisada. Sí, porque las calles son improvisadas, y no nosotros,
transeúntes descubridores del mundo a través de la mirada… Cuantos
miles o millones de miradas que sólo quieren reafirmar la vida a través
de un frágil y efímero escenario.
Esta tarde, no me cambien, por
favor, ninguno de todos estos grandes decorados tan extraños,
cambiantes y, a veces –pocas- mágicos. (Todavía.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario