viernes, 18 de marzo de 2016

15, marzo
 
Evanescencias a ras del suelo, distorsión de la realidad (cualquier realidad), dualidad… múltiples dualidades: escenografías, abstractamente emocionales, metafísico-filosóficas, serpenteantes… Evanescencias que son un dolor en el núcleo y la superficie. El dolor está lejos de todo automatismo y es pertinaz, a veces. Siempre, el dolor existencial, lleva una vida ascética en casi todos los sentidos, “casi…”. El dolor interior por regla general suele tener buen gusto y, en el caso masculino y heterosexual se duele ante el exceso de belleza femenina que se arracima, anárquicamente, por cualquier calle improvisada. Sí, porque las calles son improvisadas, y no nosotros, transeúntes descubridores del mundo a través de la mirada… Cuantos miles o millones de miradas que sólo quieren reafirmar la vida a través de un frágil y efímero escenario.
 

Esta tarde, no me cambien, por favor, ninguno de todos estos grandes decorados tan extraños, cambiantes y, a veces –pocas- mágicos. (Todavía.)

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