4. marzo.
Vamos (voy) atravesando el desierto implacable de los miedos, de todos los miedos del mundo. Las palabras, los vocablos errantes ya conocen el amplio concepto del miedo, su retórica, el armazón de su argumento, y huyen de mí, me dejan a solas, varado una vez más, nave sin velas condenada al exilio del mundo en mitad del desierto. Conozco el desierto y sus riesgos son letales, aunque no me asustan. Me asusta el miedo, por su ausencia absoluta de rostro e imprevisible identidad. Su llegada siempre viene precedida de un intenso silencio estridente, y entonces… entonces todo pude ser, todo puede ocurrir. El mundo entero (interior) está desguarnecido para mí.
Vamos (voy) atravesando el desierto implacable de los miedos, de todos los miedos del mundo. Las palabras, los vocablos errantes ya conocen el amplio concepto del miedo, su retórica, el armazón de su argumento, y huyen de mí, me dejan a solas, varado una vez más, nave sin velas condenada al exilio del mundo en mitad del desierto. Conozco el desierto y sus riesgos son letales, aunque no me asustan. Me asusta el miedo, por su ausencia absoluta de rostro e imprevisible identidad. Su llegada siempre viene precedida de un intenso silencio estridente, y entonces… entonces todo pude ser, todo puede ocurrir. El mundo entero (interior) está desguarnecido para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario