miércoles, 9 de diciembre de 2015



9, diciembre
Roma, tan cerca.  Hoy, ya todo está muy cerca.

Estos días, ella, mi amor de siempre (uno se ha enamorado unas cuantas veces, sí, pero no es lo mismo), está en Roma.  Siete días visitando la ciudad. Y yo aquí, sin moverme, estático, viajando por todos los parajes del mundo.

No me gusta viajar porque, entre otras cosas, se viaja sin música (los cascos no los soporto) y, claro, así se sueña menos, muchísimo menos.  Y hay un momento en la vida –es mi caso- en el que ya no se puede dejar de soñar, en el que es imposible dejar de soñar.

Yo, aquí, viendo por décima vez  LA GRAN BELLEZA, película que trata sobe Roma, su lírica, sus miserias, y sus pasiones.

Jep  Gambardella, el protagonista, escritor y cronista de la ciudad, comenta, entre otras muchas cosas: <<En otros lugares, hay otras cosas. A mi no me importan los otros lugares>>

Jep Gambardella, icono de la mundanidad en Roma y, posiblemente, hastiado de esas élites culturales y económicas que no saben qué hacer con su vida, le dice en voz muy baja a un mago que va a hacer desaparecer a una jirafa: <<Puedes hacer que yo desaparezca>>   << no, Jep –responde el mago-, es sólo un truco>>

<<Buscaba la GRAN BELLEZA, pero no la he encontrado>>

<<todo está resguardado bajo la frivolidad y el miedo, los demacrados e inconstantes destellos de belleza, la decadencia, la desgracia y el hombre miserable, todo sepultado bajo la vergüenza de estar en el mundo, bla, bla, bla, bla, bla…>>
Etcétera.
LA  GRAN  BELLEZA, de Paulo Sorrentino, 2013.

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