martes, 24 de noviembre de 2015



22, noviembre.

Es noviembre, o diciembre, tal vez octubre.  Podría ser también septiembre, no sé.

Hay una luz fría y un viento seco, de interior, de tierra adentro, de meseta, o de valle amplio y desolado, valle que transita desde hace siglos hacia el mar.

También puede que sea enero, un enero de no sé qué año, pero no lo parece, ¿o es enero realmente, y nadie lo sabe?

Hay una luz alta, intensa pero dubitativa, una luz casi marinera, tan lejos del mar como estamos aquí.  Pero el mar puede verse, a veces, en los amplios solares de los cielos fríos que van en desbandada cuando empujan los encrespados oleajes de ese mar imaginario y lejano y, a pesar de todo, visible en el pensamiento y firme en el ánimo.

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