viernes, 20 de noviembre de 2015



17,  noviembre, 2015,      MADAMA BUTTERFLY

Iba caminando hacia el teatro, el histórico y principal teatro de la ciudad.  Ya dentro, un lleno total.

Comenzó la ópera y, en su momento, inexorablemente, llegó el aria cumbre, drástica, sagrada, sin fisuras:  <<Un bel di vedremo>>

¿Quizá, sin sonrojo, estaba predispuesto al llanto, un llanto sin gestos, silencioso, rasgadamente lírico, estoico, digno, sí, muy digno, sin huella?

Pero, creo que, antes de entrar en el teatro, tal vez me iba peguntando vagamente, sin consciencia definida:   Qué viento ha de traerme la muerte, esta muerte de hoy.  Qué viento me traerá la vida, si es que llega… si llega a tiempo.  Qué caricia, dura, recia y solemne,  ha de traerme la tarde, la de hoy, la de otros meses, si es que viene, si es que la admito, o le abro las puertas en un descuido.

Y no  es, no era una pregunta.  Es o era un monólogo que corta el aire y me unge –una vez más- de realidad.  O de vértigo, caída libre, sin sueño, ni ensueño. Nada.

Ayer, en un palco del teatro, llegó hasta mí toda la escenografía gruesa, drástica, sin concesiones, toda la fuerza arrebatada y tensa, sí, tensamente contenida, de la ópera Madama Butterfly.

Ayer, quizá, sufrí un desmayo interior, que no he contado a nadie. (¿0 sí?)

No hay comentarios:

Publicar un comentario