17, noviembre, 2015, MADAMA BUTTERFLY
Iba caminando hacia el teatro, el
histórico y principal teatro de la ciudad.
Ya dentro, un lleno total.
Comenzó la ópera y, en su momento,
inexorablemente, llegó el aria cumbre, drástica, sagrada, sin fisuras: <<Un bel di vedremo>>
¿Quizá, sin sonrojo, estaba
predispuesto al llanto, un llanto sin gestos, silencioso, rasgadamente lírico,
estoico, digno, sí, muy digno, sin huella?
Y no
es, no era una pregunta. Es o era
un monólogo que corta el aire y me unge –una vez más- de realidad. O de vértigo, caída libre, sin sueño, ni
ensueño. Nada.
Ayer, en un palco del teatro, llegó
hasta mí toda la escenografía gruesa, drástica, sin concesiones, toda la fuerza
arrebatada y tensa, sí, tensamente contenida, de la ópera Madama Butterfly.
Ayer, quizá, sufrí un desmayo
interior, que no he contado a nadie. (¿0 sí?)
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