miércoles, 21 de octubre de 2015

20, octubre
 
Pasa el viento de octubre entre las calles sin nombre.  Pasa octubre, anónimo, por las avenidas desvencijadas del tiempo, con sus velas  desplegadas a la luz de la tarde que agoniza en una esquina, que muere en la retina de un pensamiento cansado, sí, extenuado de tanto crepúsculo falsamente detenido en un tiempo devorado de hombres y bestias, de construcciones, de inmensos paisajes y, sobre todo, de mujeres hermosas por todos los horizontes inestables (siempre lo son)  de este mundo.
 

No hay “equilibrio” posible.  Vivimos en la dramática gloria de la inestabilidad.

1 comentario:

  1. Única paradoja 'estable' que ni presta gloria ni aligera la carga pesada de los octubre. Esos, tristes de tan alegres...! ay!
    Abrazo

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