domingo, 12 de julio de 2015



           CARTA ABIERTA A LAS NINFAS CON PRISAS Y URGENCIAS
                                              ( Primera parte )

Hay mujeres urgentes, cuya urgencia, obviamente son ellas mismas… más toda su vanidad (tal vez son excepciones, pues la Gran Vanidad pertenece mas al hombre) y todo su vedetismo  acumulado y reprimido desde años.

Ellas –este tipo de mujeres- suelen decir que quieren respirar otros horizontes, abrir otras ventanas en la noche o traspasar los dinteles de otras puertas.


Hay otras mujeres  -¿tantas?- que primero las miras descubriendo, poco a poco,  incluso con candidez y, ya luego, a gran velocidad, una gran vanidad que se desborda –precisamente- en el ecuador esplendoroso de sus vidas: <<La  última carta…>>, quizá piensan… Y es entonces cuando están dispuestas a casi todo.


Curiosamente, en ese bullir de exclusiva autocontemplación narcisista, es cuando menos receptivas están a todo aquello que no sea colmar y calmar la síntesis personalista de su universo que, muchas de ellas, creen construido de sólidos (aunque inconexos más bien) lirismos de personajes inmediatos, mezclados y dispersos en sus vidas; vidas, como nos puede o ha podido pasar a cualquiera, en un momento dado: a salto de mata.


A veces, casualmente, se les puede cruzar en su camino un personaje lírico-desprogramado-atemporal y, anacrónicamente neorromántico y <<trasnochado>> que, o bien no saben dónde encajarlo, o bien no lo aprecian en su conjunto, debido esto, quizá –ya se ha dicho antes-, a sus grandes urgencias prosaicas que les impone su vanidad narcisista recién llegada a sus vidas.


…Y ya se sabe: la lírica auténtica y plena es absolutamente antagónica a cualquier tipo de prisas.  Pero eso, naturalmente, lo aprenderán (como nos ha ocurrido a todos/as)  cuando tal <<hallazgo>>  ya carezca de sentido para su aplicación, pues entonces ya han pasado los momentos, esos <<momentos>> que ellas, en su urgencia de ventana-alfeizar-dinteles- tranvías-maletas y metros, ahora, consideran accesorios.


Pero, mis queridas ninfas <<urgentes>> y equivocadas, algunas veces; esas pequeñas diosas veloces: en la vida también hay que detenerse ante lo aparentemente accesorio, ornamental e incluso superfluo (¿hay algo muchísimo más literario y honesto que el arte desnudo? ¿Cómo no detenerse, entonces, a ver el arte, por un momento?).


Qué me dicen las ninfas del siglo XXI, con sus irracionales/irreflexivas urgencias para captar –tal vez- amores fugazmente mediáticos, a la vuelta de la esquina, de cualquier esquina, con un simple anzuelo primario, o, en su defecto, indirectas tan directas que, los sutilmente endiosados actores de las letras, el esnobismo y el mundillo cultural provinciano las cogen al vuelo; sí, al vuelo, pues de eso se trata:  el que no corre vuela.  Y se que es una vulgaridad de expresión, pero viene  muy a cuento.


Y miren ustedes: hay vuelos cortos, bajos, exiguos e incluso muy tristes.  Y claro, de esa forma tal vez no merece la pena ni compensa “volar”.


Hay vuelos diversos… de la palabra cantautora y <<comprometida>>.  Pero ya, lo del <<compromiso>>, a estas alturas (de no pasar por un riguroso filtro ideológico), hay que ponerlo mucho más que en cuarentena, pues es un recurrente cajón de sastre… sobre todo para quién quiere dejarse engañar…  Hay <<compromisos>> que a mí, personalmente, sin ser escéptico militante… directamente me producen risa o me provocan la carcajada  más  sonora.  (continuará)

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