lunes, 6 de julio de 2015



6 de junio

Un verano de sombra y fríos íntimos, arrastrado con la máxima dignidad por periferias desoladas y extrañas que no conocieron nunca las luces grandiosas de la/las mirada/das abierta/tas como ventanas inmensas y honestas, está ahí, a la puerta de mis ínfimas “cosas” virtuales, esperándome,  con sus saldos y rebajas de Vida, esos saldos que juegan a la confusión y el hipotético engaño.

Un verano de drasticidades (además de ternuras deseadas) y prosas desvencijadas sé que me espera, sí, más allá de cualquier elipse que peina su <<verdad>> en cualquier horizonte de <<certeza>> aparente y, en donde sólo se producen las falaces escenografías de su maquinaria cinematográfica y efímera.

-No me lleve, por favor, a una parada cualquiera, hoy no, ya que todo es relevante.  Le ruego y le exijo que me deje tres paradas más adelante, y punto.

-No se ensañe usted conmigo –comenta el maquinista-conductor- por el simple hecho de conducir este tren.   

-Sé que ha sido buen psicólogo y ha captado mi debilidad transitoria… pero si intenta engañarme mañana mismo reclamaré en la estación central este abuso y a usted, sí, van a pedirle cuentas de su comportamiento y arbitraria conducta… Pero ahora dejo que siga el viaje, despreocupado, viendo madurar la fruta de los campos: esa transición de misterio y gloria de manzanos y melocotoneros, con sus frutos a <<medio hacer>>, igual que los humanos, así es: <<a medio hacer>>: siempre así.

Siempre dudé mucho, en aquella remota juventud primera, de todos aquellos que alardeaban –secreta, vanidosa y gilipollescamente- de haber madurado.

El tiempo me dio la razón, como otras veces en otras cosas (y en otras tantas no), y resulta que ahora, ya en este punto, no necesito de razones sino de drásticas certezas arborescentes o, crepúsculos que sean al menos creíbles con argumentos de peso.  La provisionalidad de los instantes/secuencia normalmente no dan para mucho  más.  El mundo lírico (o el lirismo a <<medio hacer>>) existe realmente porque lo pensamos nosotros y es  construido, tal vez, desde los puntales de la nada para, quizá, edificar un poema en prosa hecho de sólidas imágenes que siempre puede llegar a perdurar en alguien, o sobre alguien, por muy fugaz que sea; alguien supuestamente singular (la decepción viene cuando esto último no se produce…) y, resulta que el edificio también lo construyen –por supuesto- los albañiles de profesión, naturalmente, pero es un edificio estático, que abandonamos quizá con demasiada frecuencia para ir a vivir a los jardines colgantes Babilonia. Por cierto, y ya de paso, cambie allí mismo de raíles, pues ya no voy a mi ciudad. Ahora voy a Babilonia.

-¿Qué dice?  No puedo, no, es imposible.

-SÍ.  Sí que puede.  Mire, allí está el cambio de agujas o lo que quiera que sea, sí, ese que nos llevará a dicha ciudad… y usted puede y, además: vea, mire las prosaicas fórmulas de convicción de… este kalasnikov que también se lo está pidiendo amablemente.  ¿Existe entonces o no Babilonia?

-Sí, claro que existe.  Incluso desde aquí ya puede verse…

-Ya sabía yo que siempre hubo maquinistas que sabían llevar todo un tren por la débil luz del horizonte sin desviarse un milímetro.

¿Suben/subís  vosotros/as  a este viaje inesperado? 

óleo y técnica mixta sobre lienzo, sobre 2010? 130 X 200 cms. Obra de G. Cabal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario