6 de junio
Un verano de sombra y fríos íntimos,
arrastrado con la máxima dignidad por periferias desoladas y extrañas que no
conocieron nunca las luces grandiosas de la/las mirada/das abierta/tas como
ventanas inmensas y honestas, está ahí, a la puerta de mis ínfimas “cosas”
virtuales, esperándome, con sus saldos y
rebajas de Vida, esos saldos que juegan a la confusión y el hipotético engaño.
Un verano de drasticidades (además de ternuras deseadas) y prosas
desvencijadas sé que me espera, sí, más allá de cualquier elipse que peina su
<<verdad>> en cualquier horizonte de <<certeza>>
aparente y, en donde sólo se producen las falaces escenografías de su
maquinaria cinematográfica y efímera.
-No me lleve, por favor, a una parada
cualquiera, hoy no, ya que todo es relevante.
Le ruego y le exijo que me deje tres paradas más adelante, y punto.
-No se ensañe usted conmigo –comenta el
maquinista-conductor- por el simple hecho de conducir este tren.
-Sé que ha sido buen psicólogo y ha
captado mi debilidad transitoria… pero si intenta engañarme mañana mismo
reclamaré en la estación central este abuso y a usted, sí, van a pedirle
cuentas de su comportamiento y arbitraria conducta… Pero ahora dejo que siga el
viaje, despreocupado, viendo madurar la fruta de los campos: esa transición de
misterio y gloria de manzanos y melocotoneros, con sus frutos a <<medio
hacer>>, igual que los humanos, así es: <<a medio hacer>>:
siempre así.
Siempre dudé mucho, en aquella remota
juventud primera, de todos aquellos que alardeaban –secreta, vanidosa y
gilipollescamente- de haber madurado.
El tiempo me dio la razón, como otras
veces en otras cosas (y en otras tantas no), y resulta que ahora, ya en este
punto, no necesito de razones sino de drásticas certezas arborescentes o,
crepúsculos que sean al menos creíbles con argumentos de peso. La provisionalidad de los instantes/secuencia
normalmente no dan para mucho más. El mundo lírico (o el lirismo a <<medio
hacer>>) existe realmente porque lo pensamos nosotros y es construido, tal vez, desde los puntales de la
nada para, quizá, edificar un poema en prosa hecho de sólidas imágenes que
siempre puede llegar a perdurar en alguien, o sobre alguien, por muy fugaz que
sea; alguien supuestamente singular (la decepción viene cuando esto último no
se produce…) y, resulta que el edificio también lo construyen –por supuesto-
los albañiles de profesión, naturalmente, pero es un edificio estático, que
abandonamos quizá con demasiada frecuencia para ir a vivir a los jardines
colgantes Babilonia. Por cierto, y ya de paso, cambie allí mismo de raíles,
pues ya no voy a mi ciudad. Ahora voy a Babilonia.
-¿Qué dice? No puedo, no, es imposible.
-SÍ.
Sí que puede. Mire, allí está el
cambio de agujas o lo que quiera que sea, sí, ese que nos llevará a dicha
ciudad… y usted puede y, además: vea, mire las prosaicas fórmulas de convicción
de… este kalasnikov que también se lo está pidiendo amablemente. ¿Existe entonces o no Babilonia?
-Ya sabía yo que siempre hubo
maquinistas que sabían llevar todo un tren por la débil luz del horizonte sin
desviarse un milímetro.
¿Suben/subís vosotros/as a este viaje inesperado?
óleo y técnica mixta sobre lienzo, sobre 2010? 130 X 200 cms. Obra de G. Cabal.
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