17, ABRIL
No hay ritmos
ni estilos, ni siquiera cadencias concretas y trucadas que expresen o puedan
tomar el pulso de los INSTANTES.
Abril se asoma
a la ventana, una vez más, y la ventana es una barcaza desvencijada que vaga a
la deriva por la periferia de las mañanas, por los zócalos de doble sombra en
las tardes de fuego –que casi nadie ve- y en las noches intensas. (No hay vocablos manidos, sólo falsos
sentimientos o, por el contrario, vivencias –o ausencia de ellas- en las que
nos
va la vida. (y a mí me va la vida en ello).)
Una ventana es
algo casi litúrgico, pero no sabemos bien cual es su verdadero cometido. Al menos yo no sé muy bien qué es una
ventana. Si usted lo sabe, dígamelo, por
favor.
Abril accede
en tromba por la puerta, sin saludar, con malos modos, indiferente, pleno de
soterrados esplendores que ni siquiera se molesta en exhibir, por evidentes;
están ahí, para quién desee abrir las compuertas de su luz, sí, de su luz… o de
su muerte.
Él, Abril,
entra por todo el salón y extiende sus brazos de millones e ínfimas estrellas,
inunda el largo pasillo para transformar el parquet en un río dubitativo que desemboca
en el rellano, o en la cocina, las habitaciones en penumbra, el baño y, e
incluso, hasta el trastero que duerme en los sótanos del inmueble en su
oscuridad perpetua.
Y allí, sea
dónde fuere, me visita Abril, Abril extenso y exento: no tiene competidores.
Abril
traspasa, sin llamar, la puerta del trastero (allí me había escondido para no
ver el mundo) y por fin me saluda, tan singularmente. “Son sus formas, claro”, me digo a mí mismo
para disculparle.
Sé que está
por todo el piso y su entorno, en la calle, las autopistas, los ríos y, ese
cielo que hoy no deseo mirar.
Pero Abril se
obceca en acompañarme por todas los aciagos rincones de un trastero convertido en absurda metáfora de
unos días que, arrastran sus horas sin rumbo definido, que lleva sus horas por
el abstracto caos de un limbo inexplicable.
Abril, Abril,
Abril… “A” mayúscula con la que empieza el registro glorioso del año donde los
días son inciertos, temblorosos e irreales.
Abril… tanto despliegue de medios en su
ostentosa llegada y, tan sumamente breve su presencia.
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