jueves, 16 de abril de 2015



16, Abril, 2015    (por la mañana)

Aquellos días (aquellos días tan increíblemente cercanos...) le dio la temporada muy bailona.  Vamos, que no podía parar de bailar y bailar, sobre todo Mak knopfler (Dire Straits).  Lo hacía por todos los pasillos, en cualquier habitación, en el estudio e, incluso, al lado del agua de los pantanos.


Aquellos días…

¿De dónde vienen las intuiciones, esas, que casi se sabe que son certezas, y no intuiciones?, se preguntaba… -ay- una y otra vez.

Sí, dígame usted, por favor, si es que lo sabe. Dígame entonces, se lo ruego:

¿De dónde vienen las certezas?


Aquellos días… 

Posteriormente a aquellos días, cerraron todas las avenidas, todas las anchas y largas calles y todos los bulevares por dónde hasta hace dos días tan sólo iba paseando, espléndidamente y a placer, toda la versificación libre, todas las estrofas desparramadas y, todas las prosas más puras que habían transitado por este mundo:  su mundo.


Después, también en aquellos días, es decir, prácticamente ayer u hoy mismo, no se sabe bien cómo ni por qué, que abrieron una amplia puerta hacia la inmensidad de la noche, pero ésta, ya no fue como las anteriores, era inquietante, confusa e incluso sórdida.   Todo aquello se percibía desde el exterior. y nadie quería saber ni divagar de qué color o dimensiones podía ser aquella nueva noche que habían instalado, pero todos sabíamos, que muchos, acabaríamos atravesando, tarde o temprano, ese umbral casi siniestro.  Y aquello desvelaba con frecuencia nuestro sueño.

Y aquello... más bien desvelaba todas mis noches presentes sin posibilidad de poder acceder a consuelo alguno ni mínima esperanza.

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