20, FEBRERO, 2015
Cuando
yo me levante desnudo esta noche y, veas así, ante ti, el drástico rigor de los
años…
Si
me levanto despacio para abrir la ventana y pensar, o querer creer que la leve
humedad todavía podrá venir desde Oriente…
Si
bajo a la calle y, aún desnudo, voy hasta ese mar interior, a ese desolado
puerto deportivo y encuentro allí, sobre una pequeña embarcación a Wein Li,
esperándome, y diciéndome en voz muy pero que muy baja que nada es
imposible. Quizá yo le escuche entonces;
quizá reanude ese magistral arte de los sueños, esos que nunca abandonaron todo
mi mundo, nunca, y hasta tal punto de
llegar a materializar muchas de las vivencias que alguien de ustedes,
seguro, creían imposibles o exageradas.

-Pero,
¿ya quieres seguir a Selene, hoy, ya tan pronto de habernos conocido?
-Dime
entonces, ¿qué argumento de peso habrás de darme para que evite este largo y
raudo viaje imprevisible que hoy me espera?
No te confundas. Yo siempre he sido así.
-Ve
pues, hasta esos montes del norte de Oriente, pues ya no recordaba la drástica
velocidad ente tu partida y posterior retorno. Ah, y dale recuerdos a Wein de
mi parte.
-Se
los daré.
-Tal
vez me quede unos días, mientras llegas, pescando en estas aguas. Compraré una caña y unos aparejos.
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