27, DICIEMBRE (por la mattineee…)
No te compres un perro. Utilízame a mí para tus momentos de
perrerías.
Sabes que te amo más allá de la tarde.
Sabes que hay, para empezar, más de dos mil millones de tardes y, en
este lapso-tiempo testimonial sólo nos pertenece una esquina metafórica de una
tarde desvencijada cualquiera.
Utiliza –si así te parece- mi prosa,
cualquier renglón al azar o palabra perdida de ésta.
He querido perder el “conocimiento”,
el “sentido común” (qué bueno: ¡El sentido común!) y todo eso que nos hace y
conforma la llamada “personalidad”, y voy ahora, por los caminos del mundo,
desnortado, desbarroquizado de oropeles y poses que no quise nunca; y por
regalar, incluso he regalado los cuatro puntos cardinales, ya que no los
necesito para nada. Y voy ahora, por
todas las comarcas de la zona (que en realidad son el símbolo del mundo)… el Bajo Aragón, los confines del Matarraña o,
esta urbe anónima de ochocientos mil habitantes que a veces amo, sí, sus
nocturnidades neo-literarias e incluso eternas.
Ya saben ustedes, sí: perder el Norte
y el pudor es ganar la vida, y nunca es tarde para ganar la vida a saco, si, es
decir: a lo bestia.
Llévame, entonces, cuanto antes, a la
orilla simbólica de tu falda, como perro faldero sin dueño. Llévame a la orilla o los márgenes de tus
leotardos, tu camiseta, tu risa o tus ojos perdidos (deliberadamente).
He querido perder la compostura: esa
que es tan preciada socialmente; bueno, ahora es que de nuevo me troncho/parto
de risa: la preciada Compostura…, tan impostada ésta. Y la he perdido par ganarte a ti, o a ellas,
a casi todas… ay, ya casi en la periferia convencional y al límite de los
sueños.
¿Tú me dejas soñar, todavía, o ya
estoy fuera de tiempo, o, en tiempo de descuento?
He regalado prosas, textos, lo que
sea, que valdrían lo suyo –lo que fuere- en el Mercado periodístico-literario
específico y concreto de las palabras.
Se regalan palabras como quién regala
kilos de manzanas o tomates. Pero yo,
entiéndeme, es que no tengo manzanos ni tomateras, y sólo puedo darte/daros
palabras recién horneadas en esta mañana que nace, y, en la que, curiosamente,
a pesar de la niebla, sólo hay rotundas deflagraciones de luz allá por dónde
mire.
Y lo dicho, no te compres un perro,
ni tú tampoco, ni tú, Llévame (llevadme) esta
tarde, si quieres, al convencional crepúsculo para ladrarle de nuevo por su
reiterada ausencia hasta el día siguiente.
Y llévame –o iré yo solo, es
igual- de nuevo por todas esas comarcas
agrestes y eternas en dónde, instintivamente, hace ya siglos, vi a todas las
ninfas del mundo por vez primera.
Sé, perfectamente, que hay surcos
nocturnos del tiempo en los que todavía me esperan, ellas, con sus voces de
agua y sus gestos de Verdad/verdad.
Pero yo, ahora, en este instante,
sólo quiero ir navegado en pos del rastro y el volteo caprichoso de tu abrigo
negro o de tu sombra, para ladrarte, quizá en la noche, versos libres de amor y
miedo.
Casa-estudio Guillermo CABAL, en Caspe, Aragón.
Casa-estudio Guillermo CABAL, en Caspe, Aragón.
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