15, NOVIEMBRE
Quizá quiero, o hubiera
querido, desde hace años, que periódicamente me recordaras, tal vez con
demasiada insistencia, lo sé, que mi mundo siempre fue exento, cual catedral
gótica, sin añadidos posteriores; mundo cercano a los astros errantes… Quizá hubiera querido que ese universo
–el mío- valiese, por lo menos y por ejemplo, trescientos o dos mil trescientos
euros netos, sí, y por supuesto el IVA y la bebida y el postre y el café que no
entraran ahí, en ese precio neto de mi vida.
Quizá hubiera querido, no
sé, tal vez no perder pie tan frecuentemente, en esos reiterados e imprevistos
viajes por los cielos sin nombre.
¿Quizá hubieras querido –y lo
entiendo- que, al menos por una vez, te llevase a tu cuarto (que es/era el mío)
un mínimo racimo de estrellas procedentes de esos cielos sin nombre, ya tan
familiares para mí?
¿Quizá es tarde…?
No sé, pero salgo de nuevo
esta noche a navegar por los extensos mares del cielo; salgo a preguntar la
hora, y, sea ésta la que fuere, les preguntaré, allá en el remoto Olimpo: “Pero,
¿saben ustedes si, quizás ya es tarde?
-No, no es tarde ni pronto –tal
vez respondan-. No son momentos de remordimientos. Sólo hay que acertar con el
vuelo adecuado, nada más. Pero, ¿Está usted seguro que, esas alas antiguas, son adecuadas para este
nuevo viaje?
Y, así pues, todo un océano
de nubes refulgentes y desconocidas hasta entonces se abrió ante mí.
Y nunca más, ya nunca más volví a hacerme preguntas absurdas (o al menos
eso era lo que deseaba…-ay-), imposibles
y reincidentes.
Estaba claro: Había
atravesado un nuevo espacio sin saberlo.
"Por los desvanes del tiempo", Obra de 2010. Óleo y técnica mixta sobre lienzo, 130 x 195 cms. (Detalle).
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