lunes, 15 de diciembre de 2014



15, NOVIEMBRE

Quizá quiero, o hubiera querido, desde hace años, que periódicamente me recordaras, tal vez con demasiada insistencia, lo sé, que mi mundo siempre fue exento, cual catedral gótica, sin añadidos posteriores; mundo cercano a los astros errantes… Quizá hubiera querido que ese universo –el mío- valiese, por lo menos y por ejemplo, trescientos o dos mil trescientos euros netos, sí, y por supuesto el IVA y la bebida y el postre y el café que no entraran ahí, en ese precio neto de mi vida.

Quizá hubiera querido, no sé, tal vez no perder pie tan frecuentemente, en esos reiterados e imprevistos viajes por los cielos sin nombre.

¿Quizá hubieras querido –y lo entiendo- que, al menos por una vez, te llevase a tu cuarto (que es/era el mío) un mínimo racimo de estrellas procedentes de esos cielos sin nombre, ya tan familiares para mí?

¿Quizá es tarde…?

No sé, pero salgo de nuevo esta noche a navegar por los extensos mares del cielo; salgo a preguntar la hora, y, sea ésta la que fuere, les preguntaré, allá en el remoto Olimpo: “Pero, ¿saben ustedes si, quizás ya es tarde?

-No, no es tarde ni pronto –tal vez respondan-. No son momentos de remordimientos. Sólo hay que acertar con el vuelo adecuado, nada más. Pero, ¿Está usted seguro que,  esas alas antiguas, son adecuadas para este nuevo  viaje?
 
Y, así pues, todo un océano de nubes refulgentes y desconocidas hasta entonces se abrió  ante mí.  Y nunca más, ya nunca más volví a hacerme preguntas absurdas (o al menos eso era lo que deseaba…-ay-),  imposibles y reincidentes.

Estaba claro: Había atravesado un nuevo espacio sin saberlo.


"Por los desvanes del tiempo", Obra de 2010. Óleo y técnica mixta sobre lienzo, 130 x 195 cms. (Detalle).

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