9. NOVIEMBRE
Ojalá me equivoque, pero
creo que al café el Sol, en Zaragoza, le quedan breves. Bueno: dos telediarios.
El café el Sol tendrá unos
treinta años o así, con lo que resulta ser un café sin historia. Pero este café es de un neo-modernismo años veinte sumamente sugerente. Del café el Sol ya he hablado alguna vez.
Ayer estuve con un par de
amigos en dicho café, pero en realidad no estaba allí, estaba en las nubes, y
ellos lo notaron.
-Así que te gusta mucho este
café –me decía uno de ellos- Ya se nota,
sí, cómo miras por el techo y todos los detalles.
En realidad no miraba nada, aunque conversaba
muy animadamente, pero a ráfagas.
Este café lo ha abandonado
la gente intermedia, y también la gente de tipo universitario o así (ese era su
ambiente hace dos décadas aproximadamente).
Hoy, me sigue fascinando,
pero le falta el alma del público variado y de un amplio segmente generacional.
También iba frecuentemente
con una anticuaria que era bastante mayor que yo, y estábamos hasta que
cerraban. Un colega pintor me dijo que
era travesti, cosa que a mí me daba exactamente igual porque tenía buena
conversación y, sobre todo, hablaba mucho de modernismo. Pero sí había un instante misterioso en la
noche en el que, sin saber por qué, me rozaba la mano de forma que a mi de
desagradaba en extremo. Entonces, el instinto y mis pocos años me decían que
era el momento de irse.
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