domingo, 16 de noviembre de 2014



15, NOVIEMBRE

Queridos amigos/as, creo sinceramente que “la vida es terna en cinco minutos”,  como decía Víctor Jara en la canción. Bueno, o tal vez un poco más.

¿Eterna en cinco minutos, tan breve?
Pues sí, puede ser, pero no os voy a desvelar ahora el secreto o la fórmula, pues además estoy comiendo y, también, de vez en cuando dejo el plato y me pongo a bailar…, y no necesito escoba, ni mágica ni prosaica, sino que bailo solo. La paz de esta casa-estudio es así…, pero no siempre.
Ahora, por ejemplo, podría deciros que suena “Éblouire par la nuit”, de ZAZ, CD que le regaló Izascun (mi hija) a mi amor de siempre, M. Yolanda.
Pero en esta canción ya no bailo, sólo escucho, sueño, pienso, casi muero un poco y, también escribo esto.

Apreciados amigos/as, uno tiene ya unos años, ¡qué le vamos a hacer!  Uno, ha visto muchos horizontes, caminos que van a la nada y, sí, sobre todo muchos crepúsculos.  Pero a veces, en un aciago crepúsculo (que sólo es pesimismo, sólo) puede amanecer de nuevo.  Sí, es un misterio, lo sé, no me preguntéis por qué, pues lo desconozco.

¿Podéis imaginaros, por un instante, lo que es ver al mismo tiempo el crepúsculo y el amanecer?  No sé si lo veis, pero yo lo he tenido frente a mí cinco o ciento ochenta minutos, ciento ochenta años, no sé.

Os recomiendo encarecidamente que miréis el crepúsculo mañana, a ver si descubrís la misma simultaneidad que yo, o al menos, una pluma como la mía, hoy simpática y sonriente, pero –ay- también decimonónica hasta la tragedia, y que os escriba todo esto con letras de plata y ensueños de eternidad, si es que los hay.

Basta sólo con creérselo, aunque no sea cierto, por si acaso, por si fuera que la vida puede ser eterna en tan sólo, sí, sólo cinco minutos.
Si tal cosa os ocurre, que lo disfrutéis. 
En todo caso, este texto va principalmente dedicado a todas las ninfas del mundo.  Ah, y por cierto, ¿es usted, o eres tú, una ninfa de este mundo?


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