martes, 18 de noviembre de 2014



((NO SÓLO HAY QUE DISFRUTAR ESCRIBIENDO, HAY QUE VIVIRLO EN EL VÉRTIGO DE SU PLENITUD))

Viene y va, fluye constantemente, la lu z, venida de no sé sabe dónde ni de qué origen procede.

La asimilo, la confundo, la comparo a los planetas y estrellas cercanas, y para desdramatizar, caigo en una especie de trance irónico que, salva y guarda así la compostura, la dignidad, el gesto más básico o primigenio; lo que sea.
 No, no asimilo la luz, porque desconozco el grado de su intensidad, origen y, sobre todo, duración.

Me gusta monologar interiormente acerca de ella, pero sufro, sí, por esa luz del mundo que no sé a quién pertenece, y no sé si es vuestra, mía, nuestra o de todos.  Ni siquiera sé si existe.  Entonces, ¿por qué sufro por la luz?
Dime, si puedes, desde el horizonte de la noche que ya remite, tan despacio, para levantar el día con esfuerzo legendario.

Dime, ¿De dónde viene esa luz que me traes, dosificada a ráfagas, incendiadas éstas a veces de plenitud?
De dónde viene, dime, este no parar febril de la prosa, que emerge y crece y crece hasta desbordar todos los sótanos y trastiendas del pensamiento?
Dime, ¿lo puedes saber tú?
Aunque no lo sepas, espérame, por favor, <espérame en tu estrella>. Iré volando hacia ella con las aladas sandalias que le regaló Minerva a Perseo, y, que se las he robado esta misma noche, al gran héroe, mientras dormía.

Quizá Perseo, ahora, ya no pueda rescatar a Andrómeda ni pueda ir a cortar la cabeza de Medusa,  Pero hombre, mira, qué levamos a hacer (¡que le den!), así yo podré  volar esta noche, sin tregua, hacia la luz donde habitas.

Ya casi no pinto, como menos y duermo menos. Sólo escribo y escribo y, la pluma, no se detiene y ya no puede parar.
¿Llegará a alcanzar la pluma tu estrella antes que yo?
Voy a intentar volar, sí, lo más rápido que pueda.
(18, NOVIEMBRE, 18 horas)

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