lunes, 20 de octubre de 2014



20, OCTUBRE

Salgo al atardecer con urgencia, pues ya la tarde es urgente y se desplaza veloz y sin pudor hacia la inmediata noche.

Rosadas y estiradas nubes caedizas marchan, en tránsito indeterminado, hacia la duda y la confusión última de la luz.

En pocos días, no sé cuándo, pero muy pronto, quitarán o robarán bruscamente una hora de luz en el cielo.  Está tan próximo, tan cercano, ese drástico acontecimiento; ¡nada menos que una hora! ¿Cómo serán las calles, aceras y avenidas sin esa hora de luz?

Veo la avenida, una pequeña parte de la ciudad.  Cada día es un espectáculo que no sé ni he aprendido a apreciar.  Uno, yo o quién fuere, podría pasarse la vida entera hablando sobre el vértigo sin repetirse, pues el <<vértigo>> es distinto cada día.  El Vértigo es un abismo insondable, entre tantas cosas que puede llegar a ser, y cuyo único destino es el caos, la reflexión ordenada o, ¡ay!, hacerse socio del equipo de futbol de tu ciudad: algo que cura todos los males… a quién pueda curárselos, claro está.  Pero del vértigo, el abismo o el circo (el futbol) hablaremos otro día de mil formas distintas, si puede ser.                  
En la imagen: Fundiciones Averly, 2014.  Óleo y mixta sobre lienzo, 100 x 50 cm. Obra de Guillermo Cabal, expuesta en la casa-estudio, Caspe.

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