6, OCTUBRE, 2014
Todo era, sí, lo recuerdo, a partir
del amor (tan sólo hace dos días como quién dice…).
Te doy un beso por una sola mirada.
O te cambio una mirada, por una de
tus manos, aunque sólo sea un instante.
Te doy mi bicicleta para siempre si
tú me llevas hasta el soto tan sólo un par de horas.
Te llevo al horizonte de fuego y
latidos, si tan sólo intuyo tu mirada, a través de tu espalda, etcétera…
Sí, todo era así, aproximadamente, a
partir del amor, y después venía todo lo demás: el trabajo, el arte o las
salidas adonde quiera que fuese, daba igual, todo eran preludios de ilusión que
conducían hacia un mismo fin: una abstracción vital de sensaciones. Un mar
inabarcable de miradas.
8, OCTUBRE, 2014
Charangas, vaquillas y cachirulos.
Alborozo de la ciudad en fiestas, peñas en las que desearía estar (¡en un
sentido inverso!) y un tiempo que late, de vez en cuando, con un encefalograma
plano que desembocará en las irreversibles cavernas del invierno.
El tiempo se detiene, metaforea, o se
metamorfosea simplemente; avanza, duda, retrocede o se hace el distraído. El tiempo vacila, y a veces nos vacila
también. Hay terrazas por toda la
ciudad, estancadas en la placidez del pensamiento, o de Octubre, que viaja por
los cielos y gratifica, en la tierra y con su buen temple, estas nuestras
fiestas profano-religiosas, o más profanas que religiosas.
Carrozas, charangas, toros y flores,
millones de flores que inundarán las calles de la ciudad con su venidero
fermento de colores fugaces y extinguidos.
(8 de octubre, 2014) 13, AGOSTO
Agosto leve. Agosto cíclico. Agosto discretamente
cálido. Intenso y cegador por las
mañanas, sensible y tierno por las tardes y crepúsculos de su reino breve de
treinta noches.
Agosto viaja siempre al atardecer en
tren regional, a esas horas en que las muchachas salen -¿todavía?- por la
carretera hacia las afueras de sus pueblos y aldeas.
Agosto, viaje lento por cuyo paisaje
hemos transitado varias veces. El poso
de su recuerdo perdura en la memoria, impreciso, disperso, errático, huidizo.
Agosto: ilimitados ensueños que a
veces temo, sí, pensando en que no volverán (pero siempre vuelven… ay).
Agosto: todos –casi todos- los
nombres, tan lejos de noviembre. Voces
en la noche, latidos del pensamiento hacia la nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario