jueves, 19 de junio de 2014



19, JUNIO    (ZAZ: “deslumbrado por la noche”)

Y por fin yo no te miraba. No podía mirarte.

Siempre me fue difícil: una mirada tan pura, la tuya, sin límites hacia lo más hondo, casi familiar.

Ninfa de décadas y abismos, de eclosiones compartidas, o ninfa inasible por tanta juventud hoy ya atardecida contra el muro crepuscular del tiempo.

No te miraba.  Enésimos convencionalismos  tácitamente admitidos me daban la medida de un llanto interior reprimido y ahogado por años de familiaridad e incluso camaradería: eso que destruye el amor y lo convierte en un proyecto irrecuperable que hay que abandonar, y a ser posible con urgencia.
No te miraba.  No podía.

Los tranvías que viajaban a los barrios periféricos se desviaron de pronto hacia los cielos.  Y yo parado, allí en la tierra, indeciso, abandonado por llantos antiguos y luces recientes.

Sonó entonces  Éblouie par la nuit, y yo, como un púber adolescente, cogí tu cintura a distancia, temiendo estrecharla hacia mí, temiendo convocar a todos los temores de la primera vez, esos que habían regresado hasta hoy para recordarnos, simplemente, el ritmo eterno de la vida.

Cogí tu cintura y, sí, quise desvanecerme para siempre.  Pero no ocurrió. Seguí mirándote, a través del sueño despierto e indeciso de la vida.
                        
(A ver qué te parece.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario