19, DICIEMBRE. Mis dudas sobre Wein.
Solo
escribo estas notas cuando Wein Min-Li duerme.
Es
entonces cuando la sensación de pensamientos y vivencias encontradas se me representan
con toda su confusión o claridad, su crudeza o su fantasía, su lírica infinita
y su prolongado cielo que no cesa. Aún
no cesa, todavía…
¿Cómo
podría ser la vida sin esta criatura?
Sería. En todo caso siempre sería, pues siempre “es”
a pesar de todo lo que sea o no sea, se sueñe o se muera.
A un lado de nuestra pequeña vivienda puede
verse una larga calle con farolillos dispersos.
Al otro lado, una suave depresión, el soto, el río, el lago y el bosque;
todo muy convencional, pero cierto. Y más lejos y elevada, si la noche está
clara, una pequeña parte de la Gran Muralla iluminada. Todo esto creo que ya lo dije.
Hace
dos días vinieron unos familiares de Wein a vernos, unos diez o así, amables, algunos algo bulliciosos. Nos trajeron regalos para la casa. No hablan muy seguido, pero a cierta
distancia me observaban más de lo que parecía y, me daba cuenta que quizá lo
hacían al detalle.
Wein
estaba atenta a todo y me traducía de vez en cuando sus comentarios. Aunque quién sabe lo que decían. Uno puede
sospechar cualquier cosa.
Había
un varón -¿primo de Wein? Eso me dijo ella. No sé qué pensar- que la miraba especialmente, y ella se
inquietaba mucho, intentando disimularlo y aparentando soltura. Pero me he dado cuenta que, la mayoría de los
chinos que he visto, a pesar de su “distancia”, disimulan muy mal.
Él,
en contra de lo que aprecio en el sector masculino, es alto, atractivo y más
joven que yo. Creo que Wein también percibió en mí la inquietud, ese estado de
tensión que late interiormente y flota en la estancia y se expande en el
ambiente.
Huele
a chocolate y a churros. No sé de dónde
viene ese olor, o quizá me lo parece, pero en todo caso ya no es el mismo olor
de hace dos o tres meses. Ya no. Aunque espero que vuelva, no sé…
También
el olor es algo anímico-emocional y, por tanto , a veces nos crea confusión…
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