miércoles, 11 de diciembre de 2013



11, NOVIEMBRE.    Mis vivencias con Wein Min Li

Cuando llega la noche avanzada, después de haber hecho el amor en medio de un tiempo infinito y parado, expectante y extraño, denso y vagamente esperanzado,  Wein Min Li se queda dormida como una diosa oriental sencilla y salvaje.

A veces, me quedo mirándola, con miedo, con incertidumbre levemente agónica, como si quisiera retener la felicidad, que para casi nadie existe, pues ésta viaja con el tiempo que transita inexorable hacia el horizonte de la finitud.
En esos momentos todavía me vuelve ese miedo indefinido y existencial que siempre barrió y se llevó de mi pensamiento los instantes de luz más gloriosos.

Quedo así desasistido, a merced de los vientos quietos y aciagos de la noche interior.  Es entonces cuando salgo a dar un paseo por la pequeña ciudad, ya solitaria.  Pero antes, a veces acaricio las mejillas de Wein, sus brazos, sus ojos rasgados y tan exóticos para mí.  Todavía hay veces que dudo, y pienso que aún debería amarla mucho más, y simplemente por la extrema singularidad de nuestra historia.

Me estremece, me da vértigo no conocer los límites del amor, de la felicidad o el miedo.

A veces quedo aterrado de pronto por una de las calles debido a mi consciencia y apego (ese apego del que tanto hablaba Siddharta Gotama, el Buda) a este intenso amor y felicidad que habré de perder, irremisiblemente, como todo.  Es entonces cuando voy a casa corriendo como un loco y, llego, jadeante y tembloroso, hasta nuestra habitación, y quizá me repito intencionada e interiormente “nuestra habitación”, para tranquilizarme.

Wein Min Li duerme plácida y relajada, puede apreciarse en su gesto. Parece sonreír  entre sueños.  Me acerco para verle mejor el gesto, pero sólo es su facción oriental que tanto me gusta.

¿Por qué le amo tanto?  ¿Cuánto durará esto?

Hay  un pequeño resplandor en la lejanía que es una pequeña parte de la Gran Muralla iluminada.  Me sorprendo a mí mismo sonriendo y diciendo: Mira que ir a vivir a un país tan grande y poder ver, además, la Gran Muralla desde casa…

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