viernes, 10 de mayo de 2013


       Texto (“fallido”) para el blog.     (Sobre mediados de 2012   ¿?) 

          SEÑORES,   llevo ya mucho tiempo mareando la perdiz con  esto de la página Web, el  blog  y estas historias.  Además, también dicen –y me dicen- que sin todo esto ya no existes, no estás en el mundo o “no eres nadie”. ¡Qué cosas¡, nadie… Eso sí que produce vértigo existencial.    Pero uno, decimonónico impenitente, pero que cree estar en el mundo, aún que ya empiezo a tener dudas, cada vez entiende menos de qué   mundo    le están hablando, y por eso lo he demorado tanto, ya,  entre paseo y crepúsculo, más paseos y más crepúsculos (verdadero  motivo éste, créanme, de envidas para algunos  conocidos, amigos e incluso allegados).  Hace tiempo que determinados esquemas personales (y sociales) se me rompieron   -¿quizá deliberadamente?-, o tal vez sólo los esquemas  más  convencionales, y ahora, van por ahí, libres y a su aire;  pero con cierta coherencia, eso sí. Eso siempre.
Alguna vez, aunque con poca esperanza, sigo intentando traducir los jeroglíficos  en clave que nos envía la tarde o, una mañana imprevisible.
Demasiadas veces, para ser riguroso, nos adentramos en el bosque intrincado y estéril, por improductivo  -¿improductivo?-, del  pensamiento y la divagación casi permanentes.
Uno ya sabe y es consciente, desde hace tiempo, que hay que ser amable y  sonreir  siempre, aunque se nos caiga la dentadura (mis dientes todavía son los originales. A ver que duran…).
Uno, también sabe, que hay que ser falsamente modesto; lo que quiere decir: hipócrita, falso (mego, somarda) y, eso sí, llevar algún artilugio secretamente afilado (obviamente es una metáfora),  a ser   posible “doblado”, para aplicárselo a no se sabe muy bien quién.  Pero todo eso, aún siendo así, a mí no me apetece porque me da mucha pereza y me resta fuerzas para pasear, para mirar y admirar las interminables curvas y elipses del mundo…,  toda esa belleza que nos quiebra el alma y hasta los sentidos y la voluntad.   Es por eso por lo que ya dije hace algo más de dos décadas que, el poner  en práctica la   pose  y   el mecanismo    de un currículum y, además permanentemente - ¡¡ casi nada¡¡-, puede resultar agotador porque la vida son dos días y,  ésta,  si nos descuidamos, se nos va entre una tontería y otra todavía mayor;  una majadería improvisada y,  lo peor   y aún más agotador  -supongo-:  una extraña pose largamente mantenida…., hasta que nos da un infarto antes de tiempo (nunca se sabrá cuando es   antes de tiempo…)  y nuestra figura queda truncada de un golpe mortal  -ay-…,  que terrible y literal ironía.
Me han advertido, con sincera reiteración –tal vez tenga su argumentación lógica, pero que    yo no entiendo-  que no escriba en esta Web,  blog o lo que quiera que sea, y menos que no me “retrate”,  y  que si lo hago que no me “enrolle”  demasiado   porque la mayoría del personal no quiere leer casi nada y, más aún, sobre todo si el texto no es convencionalmente “amable”, algo edulcorado o,  sutilmente intelectual pero sin que se note mucho (esto último es cosa mía).  Pero sobre todo, me decían, que sea muy breve, cosa que ya no voy a cumplir: ni brevedad ni amabilidad, y, ni siquiera el  llevar puesta la máscara de la sonrisa mecánico-automática.
Pero uno ya no tiene dudas que detrás de un gesto velado, una composición, una escultura,       pintura, escenografía o lo que sea, el inconsciente, o la simple curiosidad, nos reclama saber quién hay detrás de todo eso:  colores, composiciones, teatralidad y, quizá, sobre todo, literariedad existencial, que para quién esto escribe y suscribe es sumamente importante; es decir, algo tan básico y preciso como el relacionar la obra –esa impronta escenográfica que sacude (o no) a nuestra vista-  con la imagen  exterior e INTERIOR de quién está detrás de ella.
Hoy, creo que aún (me) queda un poso, todavía visible, pero ya remoto, de aquellas pinturas realizadas pasionalmente en esa primerísima juventud y, al abrigo, casi extemporáneo, de la música y las danzas medievales y del renacimiento.
En este momento, y porque casi todo es obscenamente transitorio y cambiante, si me diesen a elegir una música para el día de mi funeral pediría que me pusiesen las arias 4, 18 y 19 de Madama Butterfly, por María Callas.           
Uno, se repite más de una vez con cierta autocomplacencia y, reitera nuevamente que, fuera del intimismo no hay vida, y fuera del sueño o ensueño del amor/AMOR  menos aún.
En este lapsus de los días es todo un lujo –o una insensatez- desperdiciar el tiempo en desmedidas vanidades   biográficas que, a veces, llegan –incluso- a sobrepasar la frontera de lo patológico.  Pero es muy cierto que sin un poco de   vanidad   (que no es en su fondo más que obligada autoestima y, sobre todo, DEFENSA PROPIA)  nos atropellan como con una apisonadora  y sin la menor piedad.  El otro reverso ya es sabido: con una excesiva dosis estupidez (a veces no hay más remedio que llamar a las cosas por su nombre),  aunque ésta se encuentre muy bien disimulada, perdemos fácilmente el norte, la brújula y cualquier dirección, y aunque ganamos cierta -¡o bastante¡-  aprobación   social, derivamos irreversiblemente hacia el vacío,   un luminoso  vacío de colores apócrifos que ya han nacido muertos.

…y  ahora sí que si.   Ahora si que viene, para quienes hayan leído esto y, en todo caso deseen seguir, el   obligado  u  “obligado”  historial profesional, currículum  o como quieran llamarlo.  Yo, en su lugar, casi pasaría de él, pero debo decir y todavía hay que “entender” que, en cierta    medida, aún sigue siendo algo instintivamente reclamado socialmente.  Aunque este currículum o historial sí puede decirse que tiene la  ventaja  de no estar actualizado y, sobre todo, en el insufrible apartado  (he leído ya unos cuantos por ahí…)  de las Exposiciones  Colectivas, que es donde el personal se explaya en medio de un río revuelto de “exposiciones” de lo más peregrinas.   Ejemplo:  yo –o quién sea-  le regalo  (o le meto en la maleta) un dibujito a un amigo  que va a Nueva  Zelanda y,  ya lo contabilizo como una  Exposición Colectiva o, mejor aún, como una “colección” privada en aquél lejano país…   O es mostrada una “obrita” durante unos minutos en el ayuntamiento de una ciudad del extranjero y, ya “se puede” poner, sin sonrojo alguno, “Exposición en el Ayuntamiento de tal y cual…”  Los ejemplos pueden ser extensos, casi increíbles, y, sobre todo, como ya dije antes, de lo más   peregrinos.
Como  ya he dicho, el apartado de Exposiciones Colectivas no está actualizado, pero no es por modestia, no, sino por pereza.  Hoy, la modestia, ya me importa un bledo venga esta de dónde venga, pues no me la creo porque no me fío  -casi-  de ningún  modesto  y, además, para colmo suelo acertar.   Uno ha pasado la mayor parte de su vida oyendo eso de  “Pero qué modesto es”,  “Es tan modesto”, etcétera.  Y me quedaba, sí, bastante confuso con aquella  cualidad    que con tanta reiteración se me atribuía.   Y resulta que no era modestia… sino candidez y  desmesurada bondad fuera de contexto.   Por eso, ahora,    un poco de sarcasmo comedido -¡y riguroso¡, sí, riguroso-  para  compensar de tanto pasado bondadoso y cándido no viene nada de mal.
Ya para terminar, pido efusivas y drásticas disculpas a todos aquellos a quienes haya podido agredir mi rotunda sinceridad…, que tampoco, ahora ya,  resulta una cualidad, sino más bien, quizá,  una tardía  -sí, ya muy  tardía-  cura de salud.
Un saludo frondoso y auténtico
                                                     Guillermo  CABAL  Jover   
 (Hoy,  sábado  20 de mayo de 2013, Todavía no he confeccionado el currículum  digitalizado -¿se dice así?-,  pero me encuentro cerca de hacerlo, un año de estos, quiero decir.  Empezaré el lunes.  Va a ser,

No hay comentarios:

Publicar un comentario