viernes, 19 de abril de 2013



NOTAS DESDE LA ANTIGUA BODEGA, sobre febrero de 2013.

Me he enamorado de una china que tiene un supermercado…, bueno, en común con su marido…).  Me he enamorado de ella porque me sonríe, me sigue con la vista y se vuelve a mirarme, ay¡¡, con extrema dulzura.
Si le pregunto su nombre, igual me dice,  “Isabel”.  Pero yo le diré:  “No, tu nombre en chino. El de verdad”.  Y entonces, igual responde, por ejemplo:  Guang Choun Lin”.
Cuando se lo dije a mi amor histórico-legal-real-verdadero, mientras almorzábamos, me replicó con sabia tranquilidad: “Anda, qué no es lista. Eso lo hace para vender más”.  Pero lo cierto es que le/les compro muy poco…,  y sólo cuando está ella en la caja.
Desde entonces, cada vez que paso frente al supermercado, y en la puerta o en la caja está el marido, me digo o murmuro bajito: “Aquí está el chino gordo, cenutrio y feo…”.  El me mira con cierta indiferencia (indiferencia oriental, quizá), y, más de una vez, hasta me parece que intuye lo que pienso.  Pero yo a lo mío: “Qué gordo y feo es el chino este, ¡¡por dios¡¡


No hay comentarios:

Publicar un comentario