Notas desde la bodega
11, diciembre 2018
Recuerdo, sí, los días repetidos
hasta el delirio, las tardes ciegas, las sombras quietas, los caminos a la nada
y los pies descalzos, desnudo -en
el
sueño- y aterido (siempre, tantas veces) en mitad de la nada.
Recuerdo, creo, creo que recuerdo la
Vida, aunque no estoy seguro.
Pienso, o así lo creo, en el tópico
de los días claros… deseo que acudan a
mí todos los tópicos al uso y, sólo me
llegan las noches dudosas a las que se debería llegar por las autopistas del
cielo. Pero no hay autopistas, no, yo
que creí viajar tantas y tantas veces por ellas a las pausadas ensenadas de la
memoria iluminada.
Lenguas atrapadas, ojos paralizados,
luz ciega de las tinieblas por donde pasa una leve sombra de vida. Pasos breves sobre el tiempo en desbandada
hacia el desierto y, cuerpos gloriosos que jamás alcanzaran la gloria: ya me entiendes; yo me entiendo, aunque, desearía no entender absolutamente nada.
Notas desde la bodega
12, diciembre, 2018
Yo vagaba, o tu, ella, quién sea -lo recuerdo-, por el laberinto de las horas perdidas, por
el entramado ciego y confuso delos días sin memoria.
Tu vagabas -y divagabas-, tal vez, por la cresta
temblorosa de todos los crepúsculos. Tu
vagabas en colores, en blanco y negro, monocolor de azul cobalto en marcha
hacia el típico tópico de un sepia destruido previamente por el tiempo.
-Me agotan los tópicos y obviedades y
me agota tu teórico tiempo sin tiempo,
-me dijiste de pronto en un
drástico y visible arrebato de asco y dolor que era casi un grito.
Yo iba, no sé, creo que hace mucho,
aunque no puedo saberlo, quizá hace dos días tan sólo, por aquella estrecha
carretera en bicicleta, casi sobrevolando los tempranos campos de trigo
inclinadas sus espigas por el viento.
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