lunes, 17 de diciembre de 2018

Notas desde la bodega

11, diciembre 2018

Recuerdo, sí, los días repetidos hasta el delirio, las tardes ciegas, las sombras quietas, los caminos a la nada y los pies descalzos, desnudo  -en 
el sueño-  y aterido  (siempre, tantas veces)  en mitad de la nada.

Recuerdo, creo, creo que recuerdo la Vida, aunque no estoy seguro.

Pienso, o así lo creo, en el tópico de los días claros…  deseo que acudan a mí todos los tópicos al uso y,  sólo me llegan las noches dudosas a las que se debería llegar por las autopistas del cielo.  Pero no hay autopistas, no, yo que creí viajar tantas y tantas veces por ellas a las pausadas ensenadas de la memoria iluminada.

Lenguas atrapadas, ojos paralizados, luz ciega de las tinieblas por donde pasa una leve sombra de vida.  Pasos breves sobre el tiempo en desbandada hacia el desierto y, cuerpos gloriosos que jamás alcanzaran la gloria:  ya me entiendes;  yo me entiendo, aunque,  desearía no entender absolutamente nada.


Notas desde la bodega

12,  diciembre,  2018

Yo vagaba, o tu, ella, quién sea  -lo recuerdo-,  por el laberinto de las horas perdidas, por el entramado ciego y confuso delos días sin memoria.

Tu vagabas  -y divagabas-, tal vez, por la cresta temblorosa de todos los crepúsculos.  Tu vagabas en colores, en blanco y negro, monocolor de azul cobalto en marcha hacia el típico tópico de un sepia destruido previamente por el tiempo.

-Me agotan los tópicos y obviedades y me agota tu teórico tiempo sin tiempo,  -me  dijiste de pronto en un drástico y visible arrebato de asco y dolor que era casi un grito.


Yo iba, no sé, creo que hace mucho, aunque no puedo saberlo, quizá hace dos días tan sólo, por aquella estrecha carretera en bicicleta, casi sobrevolando los tempranos campos de trigo inclinadas sus espigas por el viento.

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