miércoles, 9 de agosto de 2017

7, NOVIEMBRE    

Tengo conmigo, todavía, el recuerdo emocional de las noches  en King-Tuen.  No sé si siempre estarán ahí. Y si se van, ¿qué quedará entonces?

Cielos inhóspitos que no conozco, mares desbordados que se intuyen, ráfagas de viento presagiando algo, no sé qué.

En el centro de la depresión de este gran valle, donde nací, ya se cierne el invierno, ese frío indescriptible que llegará a los interiores más ocultos donde la luz sólo es un pensamiento remoto, quebradizo y sin nombre.

La luz estaba en ti, lo recuerdo, pero, perdidas las nociones del tiempo, ya no sé quién eres tú, no te conozco; no me conozco.

Y aún con todo, sueño constantemente, con precipitada urgencia, quizá por los senderos de un laberinto que concluye en el abismo.

Y siguen viniendo, ellas, noches en desbandada que traerán un vacío innombrable.


7, NOVIEMBRE

(((Dime, por favor, si puede ser, qué sentido o utilidad tiene el Pudor, ese Pudor que viaja gran parte de la vida a nuestro lado.

Si yo te digo, sí, el manifiesto deseo de escuchar tu voz, tal vez vuelvas –desde lejos-  la vista al horizonte, y calles, deliberadamente.

Pero, ¿es esa tu voz, esa luz dubitativa, temblorosa, de un alba incierta que no sabemos si vendrá?

Dime (no espero respuesta), ¿ha de venir el alba en días posteriores,  o sólo será una mirada virtual, una fotografía, un ensueño más, de colección, caminando hacia falaces primaveras?)))

7, noviembre, 19 horas.










7 de noviembre

He cogido el periódico, al fin, en el café Guang Choung Li (hacía tiempo que no venía),  pues tenía la cabeza saturada de prosas, quizá estériles y además desordenadas, agrestes, intensas, rabiosamente coloristas algunas, y necesitaba descansar, distraer el pensamiento, ahuecar un poco los sueños, muy comprimidos éstos, muy densificados, igual que las nubes que transitaban, allá arriba, cargadas de agua estéril por un cielo desolado que ignora en qué estación del año está.

He cogido el periódico, sí, y he pasado páginas y páginas, sin apenas leer nada.
Mientras, las prosas seguían su rumbo, tan densas, ya digo, en lo más intrincado del pensamiento.

Las he dejado libres, a su aire, y he sacado la pluma, una vez más, para que se explaye a placer por donde quiera y le plazca a cada instante.


(Noviembre, 2014)

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