11, mayo, 2017
La ciudad es un llanto de lluvia
fina, pura y plateada, una penumbra insípida que por momentos, apenas deja ver
sus calles. La percepción de la luz es –a veces- la más confusa de las
abstracciones.
Hoy, la luz, marcha debilitada por
los senderos inversos de las calles del cielo, de los salones del mar, de las
autopistas sin memoria.
La luz, mi luz, es un incómodo y
pequeño paquete, denso, muy denso de textos y prosas cansadas que no sé dónde
dejar, dónde abandonarlas, sí, porque necesito ir ligero, muy ligero
mentalmente. Y casi todo me sobra,
aunque no exactamente: Casi todo menos
tu mirada; casi todo menos las miradas, miradas selectivas, femeninas, que
siguen siendo, o casi, el único centro de mi universo, el único motivo de mi
existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario