16, ABRIL , 2014
Las mañanas,
vértigo inesperado del día que palpita.
He vivido (y
vivo) de muy distintas formas las mañanas.
Ellas, lirio virgen en los sotos de los arroyos apartados, lúcido bosque
dónde crepita la vida y salta y juega por mera satisfacción y lujuria de los
sentidos.
Las mañanas,
aquella algarabía de colores que el nuevo día derramaba, gratis, espléndido y
báquico sobre mi cuerpo ignorante de joven falsamente adulto.
Las mañanas,
ese futuro barco a la deriva, embarrancado, quizá prematuramente, en las
estériles arenas de la decepción y el caos.
Muy hermoso.
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