2, marzo
(<<Puedo>>. )No puedo, ni
tampoco quisiera, <<decir los versos más tristes esta noche>> Quisiera decir, en todo caso, que los
decenios transcurridos no me importan, o no han dejado huella en mi. O eso
desearía.
Quisiera creer que el serpenteo
luminoso de elipses y contra-elipses me
han dejado una huella indeleble y atribuladamente lírica cual foto fija
<<en las amplias alamedas>> visualizadas por S. Allende minutos
antes de su muerte.
Quisiera, sólo, solamente, vibrar intensamente
con la vida como hasta hace dos días –o doce meses- tan sólo.
No puedo. Y no es imposible. Sólo espero mi dosis cotidiana de miedo, en
la noche, para dormir y dormir antes que llegue la mañana.
Y la mañana llega. Siempre llega la
mañana, pese a todo, pese a todos los pesos más duros que hunden la vida y, ay…
anuncian la mañana, una vez más, en un escalofrío de siglos que no tiene
palabras. Ni son necesarias.
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