lunes, 18 de enero de 2016



Sobre la película LA GRAN BELLEZA, de Paolo Sorrentino, 2013.

Romano, quizá es ese hombre que en las fiestas de la jet de Roma casi nadie toma en serio, o, directamente le ignoran.
Romano, después del desplante de su glamuroso amigo Jet Gambardella, “en su habitación de estudiante”, quizá recuerda ahora sus palabras: <<Siempre piensas que los demás son mejores que tu, pero no es verdad. Intenta escribir algo que sea tuyo realmente, algo sobre el sentimiento, sobre el dolor…>>
Parece que Romano  logra entender esa realidad que su amigo Jep le indica y, sobre todo, desengañado por los constantes desprecios de la chica cocainómana de la que está enamorado (el tiene unos cincuenta y tantos años).
A través de Jep consigue tres días en un modesto teatro para una actuación suya monologada. El público está en silencio. Hay un fondo de guitarra que le acompaña mientras recita. Romano, serio, natural, un poco lacónico y algo tenso, comienza así:

<<Me he pasado todos los veranos de mi vida haciendo planes para septiembre, pero ya no.  Ahora, me paso el verano recordando los planes que hacía, y que se han desvanecido, un poco por pereza, y otro poco por olvido.
¡Qué es lo que tenéis contra la nostalgia!, ¿eh?  Es la única distracción que nos queda a los que ya no tenemos fe en el futuro, la única.
Sin la lluvia, agosto termina, y septiembre no empieza, y yo soy muy ordinario, pero no hay que preocuparse, está bien, está bien así….>>

Al final, el público aplaude. Es un relativo éxito, quizá más de lo que esperaba él, pero sabe perfectamente que se va, que se irá para siempre de Roma; Roma: su gran fracaso, fracaso de sueños y, tal vez, y sobre todo, de amor.

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