Sobre la película LA GRAN BELLEZA, de Paolo Sorrentino,
2013.
Romano, quizá es ese hombre que en las fiestas de la jet de
Roma casi nadie toma en serio, o, directamente le ignoran.
Romano, después del desplante de su glamuroso amigo Jet
Gambardella, “en su habitación de estudiante”, quizá recuerda ahora sus
palabras: <<Siempre piensas que los demás son mejores que tu, pero no es
verdad. Intenta escribir algo que sea tuyo realmente, algo sobre el
sentimiento, sobre el dolor…>>
Parece que Romano
logra entender esa realidad que su amigo Jep le indica y, sobre todo,
desengañado por los constantes desprecios de la chica cocainómana de la que
está enamorado (el tiene unos cincuenta y tantos años).
A través de Jep consigue tres días en un modesto teatro
para una actuación suya monologada. El público está en silencio. Hay un fondo
de guitarra que le acompaña mientras recita. Romano, serio, natural, un poco
lacónico y algo tenso, comienza así:
<<Me he pasado todos los veranos de mi vida haciendo
planes para septiembre, pero ya no.
Ahora, me paso el verano recordando los planes que hacía, y que se han
desvanecido, un poco por pereza, y otro poco por olvido.
¡Qué es lo que tenéis contra la nostalgia!, ¿eh? Es la única distracción que nos queda a los
que ya no tenemos fe en el futuro, la única.
Sin la lluvia, agosto termina, y septiembre no empieza, y
yo soy muy ordinario, pero no hay que preocuparse, está bien, está bien así….>>
Al final, el público aplaude. Es un relativo éxito, quizá
más de lo que esperaba él, pero sabe perfectamente que se va, que se irá para
siempre de Roma; Roma: su gran fracaso, fracaso de sueños y, tal vez, y sobre
todo, de amor.
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