jueves, 17 de diciembre de 2015




16, diciembre.
Los días gloriosos de la lírica arrebatada….

¿Hasta dónde llega la lírica desbocada; cuántos caminos, cuántos ríos, cordilleras y mares interiores es capaz de atravesar semejante estado de embriaguez incontrolado?

¿Dónde, dónde quedó, dónde ha quedado aquella nube viajera por la que yo transitaba cada mañana en su blanca superficie y, que yo creía segura, consistente y sobre todo luminosa?

La aventura del vivir no cesa.  Es un castigo, o una dicha efímera, pero mi creciente escepticismo me hace recelar de la “aventura”.

Puede ser  gloriosa y arrebatada, como digo, o sórdida en extremo hasta que te lleva la muerte anímica, hasta que te conduce, muy levemente, al imprevisible viaje por la laguna Estigia. (Yo he viajado, varias veces por el río o la laguna Estigia, y conozco el siniestro rostro de Caronte.)  

He recalado, por pura casualidad, en una galería de arte cuya galerista conozco desde hace unos años.  Ella, Pilar, entrañable Pilar, me ha contado cosas, me ha hablado de la exposición, pero, sobre todo, me ha hablado de su estado anímico, por el que lucha cotidianamente.  Yo le escuchaba.  Yo, que le pido todo a la vida (todo en el sentido lírico-sentimental), y por eso creo que tengo poco, tan poco. De ahí la infelicidad. De ahí, sí, mi infelicidad.

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