miércoles, 21 de mayo de 2014



A  Magdalena Rosel  Mousset

Dos textos similares para una misma canción  (segundo texto más adelante)
7, MAYO,  2014

Y bailábamos por fin, allá, allí, en el final de los tiempos, sobre la noche clara, hacia el tren de la vida, honda de latidos, desgarrada de voces y plena de urgencias, ávida de sueños arrumbados en la tarde, pasiones reventonas y aplazadas, sí, torpemente ruborizadas por un viento equivocado.

Bailábamos hoy, por fin, la más bella de las canciones en sagrado silencio, sin atrever a mirarnos, con la renovada liturgia de aquellos primeros años en los que poco te dije, por temor, quizá, a todos los abismos que confluían en tu rostro;  aquellos primeros años en los que todo era pecado en ese viaje incierto a la pureza de tu boca y la galaxia de tus ojos.

Y bailábamos, sí, la más bella canción que tú me susurrabas en francés, mientras yo, me olvidaba –una vez más- del mundo y sus estrellas viajando sin orden por la escalera estremecida de las horas errantes.

Y bailábamos “Éblouie par la nuit”, la más bella canción, quizá ya en la penúltima liturgia del amor, con todos los astros mirándonos parados, sonriéndonos sin tiempo, iluminando nuestra pista, que era el único ritmo y escenario del mundo.


 El regreso a la ciudad, 2013.
Técnica mixta sobre lienzo y panel, 18 x 26 cm.  
Obra que se expondrá en la casa-estudio en Caspe, a partir del 7 de junio de 1014.









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