martes, 7 de enero de 2014




2, ENERO, 2014.           ¿Erotismo tardío?

Uno, que llegó algo tarde al mundo del erotismo, aunque no sé si por pudor o a veces exceso de lírica malentendida…, pues eso, que estando en King-Tuen y cuando voy por la tienda de lencería que ahora atiende personalmente Wein Li, le digo mis preferencias de los modelos que me gustan.  Entonces, ella, con una ceremonia casi litúrgica y un rosto serio y solemne que a mí me conmueve y me inquieta, se pone el conjunto, o el salto de cama, o el body, y me mira muy seria, como si fuéramos a oficiar un rito sagrado a un dios exótico y agreste en la mayor de las complicidades.

No le he preguntado si lo de llevarme siempre al reducido espacio del probador lo hace por mí, por un descubrimiento de ella o simplemente por mero disfrute de los dos.  Lo que sí pensaba la última vez, es, que de seguir con estas prácticas en tan reducido lugar habrá que poner un cómodo sillón o unos cuantos cojines.

Aquí, en mi ciudad del valle del Ebro, hoy en Noche Vieja, nada más salir a la calle, he visto (o he creído ver) a Wein Li saliendo del supermercado con su antiguo marido.  Me ha mirado fugazmente y, seguidamente ha hundido la mirada en el suelo.

No puede ser –he pensado.  ¿Y si cuando yo regrese ahora a King-Tuen ella no está, o King-Tuen  y nuestra tienda de lencería –y la chocolatería-  no existen y todo ha sido un largo sueño?   Pero no, no puede ser.  Un sueño no puede prolongarse tanto en el tiempo.  Yo conozco la chocolatería, conozco cada mínimo rincón de la tienda de lencería, también sabría describir perfectamente nuestra casa en King-Tuen, recuerdo perfectamente que hace unos dos meses quitamos las puertas y ventanas para que pudiese entrar el viento;  recuerdo cómo quité el tejado para que entrase a las habitaciones la luz de la luna en las noches o la lluvia en los días de tormenta;  recuerdo el lago en las afueras, el bosque y, cómo no, la Gran Muralla a lo lejos.   Todo, todo lo recuerdo.  Es imposible que sólo haya sido un largo sueño.
Cierto es que ahora mismo estoy en la Plaza del Pilar tomando las uvas con mi cuñada, que me apunta a los ojos con un matasuegras mientras me dice: “cuñao, cuñao…”, y esas cosas tan solemnes que se dicen en momentos como este.
Pero mañana, en el Año Nuevo, o como muy tarde en Reyes, si no hay un vuelo directo de Barcelona a Pequín  me iré en un ala delta desde aquí mismo hasta King-Tuen.  Y si no, con esas alas que guardo cuidadosamente en el trastero; esas alas, las que recorrieron durante casi dos décadas casi toda la geografía peninsular de nuestro país.  Sí, eso va a ser.  Eso será.






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